El phishing bancario es una forma de estafa informática en la que los ciberdelincuentes utilizan técnicas de ingeniería social para intentar engañarte. Su objetivo es que reveles información confidencial, como tus contraseñas y datos de tarjetas de crédito. Todo ello para entrar en tus cuentas bancarias o robar tu identidad para fines fraudulentos.
De una forma muy sencilla: con un correo electrónico o un mensaje de texto. Normalmente de un banco o institución financiera que conoces y con un enlace a una web que es prácticamente igual al sitio web real del banco. Los textos, los colores, los iconos… todo igualito. Pero no, hay que andar con mil ojos y prestar atención a todos los detalles.
El sitio web falso puede incluir un formulario para que ingreses tus credenciales de inicio de sesión, la información de tu cuenta bancaria o los datos de tu tarjeta de crédito.
Los ciberdelincuentes no paran de crear formas nuevas de estafar a la gente. También hay aplicaciones para móviles que se hacen pasar por la del banco. La descargas y pasa lo mismo, que te pide credenciales de inicio de sesión, información de cuenta bancaria o datos de tarjeta de crédito. Así que cuidado.
Por último, también pueden llamarte por teléfono haciéndose pasar por representantes de un banco o institución financiera. Te solicitan información confidencial, como contraseñas o información de tu tarjeta de crédito. Pueden incluso hasta intentar convencerte de que transfieras fondos a una cuenta falsa.
Nos cuentas tu caso, lo estudiamos de forma gratuita y reclamamos tu dinero a la entidad financiera. La misma es responsable de custodiar tu dinero con total seguridad y de tener activados los mecanismos de seguridad pertinentes.
Y ya lo sabes, no tienes que pagarnos nada. Cobramos si tú ganas. Y ganamos si tú cobras.
No mires el nombre del remitente, que siempre es falso. Fíjate en la dirección exacta de correo que emplea. Si no coincide con el dominio del banco, desconfía. Y otra cosa: los bancos no cometen errores de ortografía. Ni errores semánticos. Ni imprecisiones léxicas. Y sus emails son muy bonitos, los de los ciberdelincuentes no tanto 😉
Ponte el sombrero y la lupa de detective y observa pequeños errores. Por ejemplo, el candado cerrado al lado de la URL y que esta empiece por “https” y no “http”. Visita la parte inferior donde suelen estar el aviso legal, el tratamiento de datos personales, etc. Las entidades financieras tienen esas secciones debidamente cumplimentadas.
Con nadie. Ni por email, ni por SMS ni por teléfono. Además las instituciones financieras ya nos lo dicen, no solicitan información confidencial a través de estos métodos.
Así que haz lo contrario. Que las contraseñas que uses sean más seguras que la casa de Iron Man. Utiliza combinaciones de letras mayúsculas y minúsculas, números, símbolos y caracteres especiales. Que no estén relacionadas con algo personal como fecha o lugar de nacimiento, apellidos, tu ciudad, etc. Y procura no usar siempre la misma.
Llama al Director o Directora de tu banco y pregúntale. O al teléfono oficial de atención al cliente.
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